octubre 1, 2020,
LA HIJA PUTATIVA DEL ARTE.
por Rubén Ceballos
He tenido la oportunidad de trabajar con personas que juran que la publicidad es arte y con directores creativos que se sienten más artistas que el mismo Miguel Ángel.
No puedo refutar la estrecha relación que existe entre ambos, pero a mi parecer el arte es una expresión pura de la belleza de la cotidianidad. Y la publicidad es una visión de esa belleza con un fin mercantil o, para que quede más claro, la publicidad es la hermana putativa del arte.
El arte es una expresión de la cosmovisión, del paradigma de una persona donde su fin último es TRASMITIR emociones. Sin palabrotas, el arte tiene como finalidad hacer sentir algo a la audiencia, sin que sea necesario que tengan que entender el mensaje. ¿Cuántas veces hemos mirado un cuadro de Miró o de Kandinski y sentimos “ese algo” sin saber el porqué.
La publicidad a diferencia del arte sí debe ser interpretado por todos a cuantos llega, no pretende exponer una visión del mundo desinteresadamente, muestra el mundo que la marca quiere que veas. Con esto no quiero desmotivar a los fervientes feligreses del “marketing de experiencia”, pero ¿no les pasa que recuerdan un comercial muy bueno que les detonó una carcajada o un conato de lágrima pero no recuerdan la marca y seguramente jamás la compraron? Pues es lo que pasa cuando hacemos “arte” y no publicidad. Como publicistas debemos COMUNICAR un mensaje.
En publicidad, de verdad, la intención es lo que cuenta.
Pero no se achicopalen mis amantes de lo bello, el arte sí debe estar presente en la publicidad, pero sólo como una herramienta para lograr esa comunión entre trasmitir y comunicar. Si nos sumergimos en los hábitos de consumo, sabremos que los sentimientos juegan un papel muy importante en la compra. Por eso debemos aprender a usar el arte para “manipularlos” a favor de nuestro mensaje.
En cualquier circunstancia ¿por qué los publicistas aspiramos a ser artistas? ¿Será que queremos que nuestro trabajo tenga un significado más profundo? ¿Será que necesitamos esa porra de nuestro ego o simplemente será que creemos que son seres míticos ungidos y dignos de admiración? Pues para todos los que pensamos en esto, Warhol nos dice:
¿Por qué la gente piensa que lo artistas son especiales? Es sólo otro trabajo.
Todo esto no quiere decir que un artista no pueda ser publicista o viceversa, lo que marca la diferencia es la intención. Cuando a Dalí le pidieron hacer el logo de Chupa Chups o cuando a Remedios Varo se le encargaron aquellos carteles para Bayer, no trataban de recrear un mundo onírico sino de vender un producto y pagar las cuentas.
He aquí algunos de los tantos artistas que cayeron en los seductores y remuneradores brazos de la hija putativa del arte.
“Dolor Reumático”, Remedios Varo.
Logotipo de Chupa Chups, Salvador Dalí.
Cartel para Moulin Rouge, Jules Cherét.