noviembre 19, 2024,
Vivir de las ideas.
por Gabo Martínez
Vivir de las ideas en una agencia de publicidad es, sin duda, como estar en una película de Woody Allen que nunca llega a los créditos finales. Te despiertas cada mañana con la sensación de que, si el día anterior fue una comedia, hoy podría ser un thriller psicológico. ¿O tal vez un drama absurdo? Todo depende de cuántas veces el cliente cambie de opinión y si el café de la mañana tiene un efecto milagroso.
En este mundo, cada día comienza con una taza de café que sabe más a desesperación que a café. Las ideas flotan en el aire como globos en una fiesta de cumpleaños que nunca termina. Y ahí estoy, intentando atrapar una: una chispa que pueda encender el interés de alguien. Pero, en lugar de eso, a menudo termino atrapado en discusiones sobre la paleta de colores del logo o si el eslogan debe llevar una exclamación. ¡Es todo un drama!
Un día, puedes lanzar una propuesta brillante y todos aplauden. Al siguiente, presentas lo que creías era un auténtico diamante y el equipo responde con un silencio tan incómodo que lo único que escuchas es tu corazón roto tratando de sobrevivir. No sabes si reír o llorar, así que eliges lo primero y esperas que eso alivie la tensión.
Las reuniones son una mezcla de terapia de grupo y juego de improvisación. Te sientas allí, rodeado de creativos
que parecen haber consumido una dosis excesiva de café y entusiasmo. Se lanzan ideas al aire como si fueran confeti,
y a veces, solo a veces, logran aterrizar en algo que podría funcionar. La clave es recordar que en este juego, el humor es el mejor salvavidas. Así que hago chistes malos sobre un gato astronauta y, sorprendentemente, todos comienzan
a reír. ¿Será que en el fondo estamos todos un poco locos?
El dilema constante es si estamos creando algo realmente valioso o solo escribiendo la trama de una película que nunca se estrena. A veces me pregunto: ¿somos genios creativos o solo un grupo de personas que ha perdido el rumbo en un laberinto de ideas? La línea entre el arte y la locura es tan fina que, si la cruzas, podrías terminar vendiendo una campaña sobre un Gorila tocando la batería mucho mejor que el legendario Phill Collins, todo para vender un chocolate. (¡No se sorprendan! Eso ya salió y ganó todo).
Al final, todo esto se siente como una eterna secuela. Una y otra vez, intentamos capturar la esencia de lo que es divertido, atractivo y, lo más importante, vendible. Pero en el fondo, sé que lo que realmente buscamos es una conexión. Tal vez este es el verdadero giro de la trama: vivir de las ideas es, en última instancia, una búsqueda de sentido en un mundo que a menudo no lo tiene.
Así que aquí estoy, atrapado en esta comedia romántica sin fin, tratando de encontrar el punchline perfecto mientras los créditos siguen corriendo. ¿Seré yo el protagonista de esta locura? O, quizás, solo un extra en el fondo, riéndome de la hilarante, pero a veces desesperante, aventura de vivir de las ideas. ¡Pasen las palomitas!